Poner límites es un acto de amor
Los límites son un acto de amor para los hijos, porque los educa en el camino de la vida, así también se construye el acercamiento a lo que está bien o mal y permite reconocer consecuencias y efecto frente a los actos.
Los límites también ayudan a que los niños y jóvenes comprendan y aprendan a comportarse y a relacionarse con sus pares y con los adultos de manera sana. Y lo más importante es que les colabora para vivir en armonía y ser felices. Y que puedan crecer con mejor autoestima y mayor tolerancia a la frustración.
El límite es el primer organizador de la vida de un niño.
Es muy importante marcar los límites con claridad desde un principio, nunca olvidando que se ponen con respeto, firmeza, pero por sobre todo con amor.
El colocar límites ayudan a educar con mayor eficacia, siempre siendo coherentes con las acciones, que los adultos den el ejemplo; adaptados a la edad y al desarrollo. Estos deben tener como objetivo que los niños y jóvenes aprendan a esperar, autorregulen la conducta y prioricen entre varias opciones.
Aprender de los límites requiere tres elementos esenciales: Tiempo, paciencia y amor. Los niños y jóvenes necesitan el tiempo para habituarse, aceptarlos y comprenderlos. Siempre teniendo presente que estos límites deben ser coherentes, claros, concretos, alcanzables y constantes en el tiempo.