Sor Josefa: Reflejo del amor de Dios
Las Religiosas de Santa Marta de Valparaíso informan a la Comunidad Educativa que, el martes 20 de abril, falleció Sor Josefa Mendoza Roco.
Sor Josefa partió a la casa del Padre orando y recibiendo el sacramento de la Unción de los Enfermos en la Comunidad de la Delegación en Santiago.
Ella nació el 23 de agosto de 1932 en Talca y vivió 65 años como religiosa de Santa Marta.
Desde Talca, la primera comunidad de la Congregación en Chile, germinó la vocación y dio respuesta al llamado de Jesús como su amada. Siendo, en ese entonces, una de las primeras jóvenes chilenas que cautivadas por la fe, el servicio y la acogida siguieron a Jesús como Religiosas de Santa Marta.
Hoy en la Comunidad de Valparaíso viven otras hermanas que dieron ese sí generoso a Dios junto a ella, como Sor Vicenta Madariaga y Sor Marta González.
Religiosas como Sor Josefa, Sor Vicenta y Sor Marta son las que abrieron el camino de tantas otras jóvenes, que a lo largo del tiempo, han dado ese sí al llamado de Dios en el carisma santamartino en estas tierras chilenas.
Sor Josefa abrazó con profundo amor el carisma de Santa Marta y dedicó su vida a proclamar a Jesús con la fe, el servicio y la acogida, generando una Betania en cada lugar que estuvo en misión.
En la Congregación realizó su misión en servicios como Superiora de Comunidades, Directora de Colegios, Profesora y, por muchos años, fue elegida como integrante del Consejo de la Delegación de la Congregación en Latinoamérica.
Su misión la realizó en varias comunidades en Chile, como: Vallenar, Coquimbo, Valparaíso, Talca, Curicó, La Unión y Osorno.
En su vida religiosa, consagrada a Dios, fue siempre una amante de Jesucristo, de su Congregación, del Beato Tomás Reggio y de todos quienes necesitaran compañía, consejo y cercanía. Siempre alegre, atenta a las necesidades de los demás, con un trato gentil y delicado, reflejaba en cada palabra y en cada gesto, la manifestación de un cariño honesto y un cuidado maternal.
Hoy, la Congregación, sus hermanas y todos quienes compartieron con ella la misión lloran a la querida Sor Josefa. Ella fue reflejo del amor cariñoso de Dios, especialmente para con sus hermanas.
Damos gracias a Dios por su entrega fiel a la llamada que le hizo hace 65 años y que la mantuvo orando hasta el momento de la llamada para vivir eternamente su amor. En la misma fe de ella, sabemos que ya se encontró cara a cara y que, sin duda, su amado Jesús le dijo: “Ven Amada mía, Esposa mía… entra a gozar del banquete preparado para ti desde la eternidad”.
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