Estamos hundidos en la tristeza de la partida.

A Jesús lo crucificaron, el dolor es inmenso, la injusticia, la traición y el miedo se apoderó de todos, de su madre, La Virgen María, de cada uno de los discípulos y de los seguidores, que cautivados por el amor, dejaron todo y lo siguieron.

Hoy, hay desolación ¡Quién nos cautivó ya no está! ¡Quién nos llamó, ya no lo escuchamos! ¡Quién nos alegraba la vida, nos entrega tristeza!

El mundo está oscuro, gris y sin esperanzas.

Gracias a Dios, sabemos que estamos a la espera de la manifestación de su grandeza, de su majestuosidad, de la Gracia de quien nunca nos abandona. Esperanzas para toda la humanidad y por la eternidad.

Hoy seguimos esperando la luz de ver el sepulcro vacío y llenarnos de la manifestación de amor de Dios.

El departamento de Religión nos entrega material para seguir orando en casa. Sábado Santo