Lucia Casanova Muñoz es novicia de la Congregación de Santa Marta y este segundo semestre compartió la vida en la Comunidad de Valparaíso.
Una historia vocacional de una joven que optó y se enamoró de Jesús es algo digno de contar. En la época de la globalización de la información, una joven decidió, hace algunos años atrás responder a la inquietud de consagrar su vida a Dios, a Jesús y al servicio de la misión en el carisma de las religiosas de Santa Marta.
La hermana Lucía estudió en el Colegio Santa Marta de Talca, desde su casa en un sector rural, llegaba muy temprano al Colegio y ese era un primer contacto con la religiosas de la comunidad talquina “siempre me llamó la atención el entusiasmo de la monjitas en la mañana para recibir a las alumnas” comenta la novicia.
Recuerda con emoción sus primeras inquietudes vocacional, a pesar que siempre trató de no hacer caso a la llamada de Jesús a seguirlo más de cerca. “No quería ir a un colegio de monjas, mi hermana mayor es religiosa también y tenía la sensación de que Jesús me la había quitado. Mi hermana era una madre para mí y Jesús me la había quitado” es el comentario que hace la novicia al momento de recordar su inicio vocacional.
La Novicia Lucia trabajó el segundo semestre en la comunidad porteña con los más pequeños de la casa, los niños y niñas de prekinder. Ahí, ella mostraba la bondad del buen Dios a quienes iniciaban su vida escolar en la casa de Santa Marta.
“El primer enamoramiento por seguir a Jesús fue por la pastoral, los encuentros, ahí comenzó todo”. Ella, con alegría en sus ojos, comenta y recuerda esos momentos. Así, y con la misma emoción, hace el llamado a los jóvenes y las jóvenes que sienten alguna inquietud o se ha pasado por la mente en seguir a Jesús en la consagración de la vida, que se hagan acompañar, que pregunten “aquí se encuentra la felicidad” sentenció.
La hermana Lucía está en su segundo año de noviciado si “Dios quiere” a mediados de este año estará realizando su primera profesión religiosa en la Congregación de Santa Marta.