200 años desde el nacimiento de Beato Tomás Reggio
La Congregación de las Religiosas de Santa Marta este año celebra los 200 años del nacimiento de su Fundador, el Beato Tomás Reggio. Este Obispo, en camino a la santidad, fue un visionario de época, en un momento, donde los carismas en la Iglesia se vivieron con mucha fuerza y auge.
En Italia, en un momento político tenso, la Iglesia tuvo un rol evangelizador, de visión en la justicia y con un espacio social de respuestas a las personas que más estaba sufriendo.
Conozcamos algo más de Monseñor Tomás Reggio
Monseñor Tomás Reggio nació en Génova (Italia) el 9 de Enero de 1818 en una familia noble. Aunque si podría prever para él una carrera brillante, a los 20 años decidió ser sacerdote dejando todo para atrás.
El fue hijo de los Marqueses Santiago y Ángela , fue bautizado al día siguiente de nacer en San Lorenzo.A los 20 años, luego de obtener el Bachillerato en Jurisprudencia, interrumpe sus estudios Jurídicos para consagrar su vida al servicio del Señor.
Después de graduarse en Teología, consigue un doctorado y es inscrito en el Colegio de Doctores en la Universidad de Génova, ciudad en la que desempeña la labor e vice-rector del Seminario.
De ahí en adelante, comienza su trabajo incesante en pro de la difusión de la fe Católica.
Entre sus obras destacan:
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Participa en la fundación del primer diario católico italiano “El Católico de Génova” del que sería director.
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Abad de la Basílica de Santa María Asunta de Carignano, siendo guía espiritual de asociaciones culturales y de caridad.
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Dirige la “Doctrina nocturna” en la Iglesia Madre de Dios, donde asiste a los marginados que se avergonzaban de ir a la Iglesia
“Quiero hacerme santo, cueste lo que cueste”, dirá Monseñor Tomás en el momento en que su opción si llegó a ser definitiva en la consagración a Dios.
Recibió la Ordenación Sacerdotal el 18 de Septiembre de 1841 y, con apenas veinticinco años, fue nombrado vice-rector del Seminario de Génova y sucesivamente rector del Seminario de Chiávari. En este servicio se dedicó con valor a la formación de los futuros sacerdotes para que estuviesen dispuestos a comprometer la propia vida, sin recelos, por Dios y por la iglesia.
Precisamente en cuanto dirigía el seminario, desenvolvió una intensa actividad como “periodista o escritor” y fue uno de los cofundadores del primer jornal italiano católico, preocupándose con defender la fe y los principios auténticos del cristianismo.
En 1865, durante la campaña electoral, el “Estandarte católico” – así se llamaba el periódico – condujo la lucha para promover listas de candidatos católicos y pensó en crear un partido católico.
La idea era demasiado audaz, y cuando en 1874 el “non expedit” sonaba claramente y los católicos fueron invitados a no votar, el Padre Tomás “intuyó” que su jornal no podría continuar. Acató las ordenes de los superiores y prefirió estar en sintonía con el Papa y la Iglesia; apenas expuso su pensamiento cuando fue consultado por la Santa Sede.
En 1877 fue consagrado Obispo de Ventimiglia, diócesis muy pobre: lo cubrió varias veces, fue pastor clarividente y verdadero guía espiritual de su rebaño, convocó tres sínodos en quince años, creo nuevas parroquias, renovó la liturgia y se esforzó por mantener el patrimonio artístico de las Iglesias.
En 1878 fundó la Congregación de las Religiosas de Santa Marta, que tenían por finalidad “responder a las necesidades de todos los tiempos. Pidió a las hermanas de acogiesen a los más pobres entre los pobres como Marta, que tuvo la ventura de servir a Jesús con el humilde trabajo de sus manos”. Las religiosas aprendieron de ella a adorar en silencio, a alimentarse de la oración, a encontrar de rodillas las razones de una fe, que hay que descubrir a Cristo en los pequeñitos con los cuales él se identificó.
Cuando, en 1887, un terremoto devasto la Región, Monseñor Tomás Reggio, a pesar de su avanzada edad, se presentó inmediatamente junto a los afligidos por la catástrofe llevándoles ayuda y después convocó a los párrocos pidiéndoles que lo informasen sobre el estado de sus parroquias, a fin de providenciar las ayudas que recibía de muchas personas.
Su testimonio fue relevante, así que se hizo pobre por su gente. Cuido de modo especial de los muchos huérfanos víctimas del terremoto, inicialmente asistió en algunos centros ya existentes en la ciudad que el creó, más tarde, un orfanato en Ventimiglia lo entregó al cuidado de las Religiosas de Santa Marta.
En 1892 escribió al Papa: “Pido a Su Santidad que me exonere del cargo episcopal, a fin de poder ser un simple sacerdote para que la diócesis no vaya a sufrir a causa de mi edad y se confié a otro una tarea tan pesada”.
La respuesta del Santo Padre fue sorprendente: en Mayo de ese mismo años, Monseñor Tomás fue nombrado Arzobispo de Génova. A pesar de sus 74 años de edad y de las dificultades, aceptó humildemente el cargo para cumplir la voluntad de Dios.
Cuando en 1900 la Italia católica decidió consagrar a Dios y a la Virgen el nuevo siglo, Monseñor Tomás Regio invitó a todos los Obispos de la Región a una gran peregrinación al Monte Saccarello. También él partió de Génova en un carruaje de común y corriente, con otros sacerdotes y muchos peregrinos, hasta Triora, pequeña localidad a los pies del Monte. El deseo de proseguir a pie el itinerario de la peregrinación era muy fuerte, más no le fue posible hacerlo, pues un malestar sé lo impidió. Fue el inicio de la enfermedad que lo llevaría la termino de su vida.
Falleció en la tarde del 22 de Noviembre de 1901, respondiendo a aquellos que se preguntaban si desearía alguna cosa: “Dios, Dios, solo Dios me basta!”. La respuesta fue la expresión de eso que lo movió siempre.
Su proceso de beatificación comenzó con abundante documentación sobre las “gracias” obtenidas a través de su intervención. El 18 de Diciembre de 1997 el Santo Padre Juan Pablo II firma el Decreto sobre la heroicidad de las virtudes. Con este documento la Iglesia proclama a Monseñor Reggio “Venerable”.
El 21 de Diciembre de 1998 el Santo Padre firma el Decreto que reconoce el milagro obtenido por intercesión de Tomás Reggio, siendo proclamado “Beato” en la plaza de San Pedro en Roma el 03 de Septiembre del 2000.
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